Quien juzga al hermano se equivoca, y terminará por ser juzgado del mismo modo. Dios es “el único Juez” y quien es juzgado podrá contar siempre con la defensa de Jesús, su primer defensor, y con la del Espíritu Santo.
Quien juzga a un hermano usurpa un puesto y un rol que no le compete; además, terminará víctima de su misma falta de misericordia.
“La persona que juzga se equivoca, se confunde y se derrota”, porque “toma el puesto de Dios, que es el único juez”.
El apelativo “hipócritas”, que Jesús dirige varias veces a los doctores de la ley, en realidad va dirigido a cualquier persona. También porque quien juzga lo hace de modo “rápido”, mientras que “Dios, para juzgar, se toma tiempo”
“Por eso, quien juzga se equivoca, simplemente porque toma un lugar que no es para él. Pero no sólo se equivoca, también se confunde. ¡Está tan obsesionado con aquello que tiene que juzgar en aquella persona – ¡tan, pero tan obsesionado! – que aquella pajita no lo deja dormir! y no se da cuenta de la viga que él tiene.
Y quien juzga acaba derrotado, termina mal, porque la misma medida será usada para juzgarlo a él. El juez que se equivoca, porque toma el lugar de Dios –soberbio, autosuficiente– apuesta por una derrota. ¿Y cuál es la derrota? Ser juzgado con la misma medida con la que él juzga.”
“El único que juzga es Dios, y aquéllos a los que Dios les da potestad para hacerlo”
“Jesús, delante del Padre, ¡nunca acusa! Por el contrario: ¡defiende! Es el primer Paráclito. Después nos envía al segundo, que es el Espíritu Santo. Él es el defensor: está delante del Padre para defendernos de las acusaciones.
“Si nosotros queremos ir por el camino de Jesús, más que acusadores tenemos que ser defensores de los otros delante del Padre. Yo veo una cosa fea en otro, ¿voy a defenderlo? ¡No! ¡Quedate callado! Ve a orar y defiéndelo delante del Padre, como hace Jesús! ¡Rezá por él, pero no lo juzgués! Porque si lo haces, cuando tu hagas algo malo, serás juzgado. Recordemos esto bien, nos hará bien en la vida de todos los días, cuando nos vienen las ganas de juzgar a los otros, de hablar de ellos, que es una forma de juzgar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario