Un monstruo viene a verme: se llama ANSIEDAD
Nos hace ser conscientes de todo lo que nos rodea, pero de una forma amplificada y distorsionada. Ya no distinguimos lo estresante de lo sencillo. Todo se amontona en nuestra mente y hace que funcione a pleno rendimiento. No para ocuparnos, sino para preocuparnos. Es un monstruo que nos domina porque no sabemos transformar su furia en energía, solo se materializa en debilidad.
La ansiedad generalizada comparte muchos síntomas con la depresión, ambos trastornos presentan un alto afecto negativo. Sin embargo, la depresión se caracteriza más por el sentimiento de tristeza y la ansiedad por una continua hiperactividad fisiológica y una sensación de continua incertidumbre y ahogo. Cualquier cambio en la rutina diaria, se percibe como un monstruo amenazante, dispuesto a lanzarse a nuestra yugular.
Es mucho más frecuente en mujeres, como casi la mayoría de los trastornos emocionales en la adultez. Se manifiesta a su vez en un triple sistema de respuesta: el cognitivo, el motor y el emocional.
Muchas personas conocen “al dedillo” sus síntomas, ya que este trastorno suelen padecerlo personas con una alta conciencia acerca de lo que les ocurre, aunque no sean capaces de tratarlo y mejorar la sintomatología. Además, suelen describir a la perfección cómo la ansiedad los aborda y los paraliza. La alexitimia no es un rasgo predominante en estos pacientes, sino todo lo contrario.
Se sabe mucho sobre la ansiedad, pero este trastorno parece no tener un tratamiento lo suficientemente bien establecido y exitoso, aun siendo muy frecuente en la población. El tratamiento de elección suele ser la terapia cognitivo conductual, como la de Dugas y Ladouceur (actualizada en 2007); la de Borkovec y Pinkus (2002) o la de Brown y Barlow (1993).
A veces para potenciar su eficacia se utilizan fármacos, pero OJO: la ansiedad prolongada nunca debe tratarse con ansiolíticos en el caso de utilizar medicación. Debería utilizarse un antidepresivo ISRS como la paroxetina, aunque los más indicados son los los antidepresivos duales como la venlafaxina.
Un cuento sobre la ansiedad y el mundo en el que vivimos
Aunque muchos pacientes conozcan bien sus síntomas, será la terapia la que les ayude a actuar como científicos ante sus propios síntomas, como “gurús” de la búsqueda de su propia regulación emocional. El psicólogo/a deberá poner a su alcance las mejores técnicas para ello.
Una buena idea es que la persona con ansiedad crónica se plantee verdaderas preguntas acerca de su existencia y de sus valores vitales. A veces hay que lanzarle preguntas a este mundo, que parece crear y alimentar ese monstruo. A veces vale la pena convertirnos en un pequeño relato para ver un sentido en aquello que percibimos como caos.
¿Qué le debes al mundo? ¿Qué te demanda ese monstruo?
Recuerda esa niñez. Recuerda lo feliz que eras porque saltabas, corrías y disfrutabas sin tener que dar explicaciones a nadie. Recuérdate saltando, ensuciándote y despeinándote, embriagada/o en por la intensidad del momento. No había tiempo para la preocupación, porque no existía el concepto de tiempo más allá del que estabas viviendo. Pero pronto llegaron las demandas y con ellas la sensación de que le debías algo al mundo.
Llegados a este momento, con ese monstruo devorándote cada vez más, es hora de que empieces a exigirle más a él y menos a ti. Pregúntale: ¿Qué te debo yo a ti, mundo para que me envíes este monstruo? Quizás con esa pregunta tú y muchos entiendan que por mucho que nos demande, no podemos darle nada al mundo sin ni tan siquiera somos capaces de disfrutar por estar viviendo en él.
No vas a defraudar a nadie, ni tan siquiera pediste permiso para estar aquí. Suelta tanta demanda y vuelve a coger tus derechos. Vuelve a ensuciarte, sin preocuparte si el mundo se enfadará por ello. Saluda a ese monstruo y aunque a veces parezca venir con fuerza, demuéstrale con tus actos que no tienes más para él que lo que no eres capaz de darte a ti misma/o.
Fuente: Hoy Aprendí
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