Lo mejor que podemos hacer con las malas personas, es olvidarlas
A las malas personas lo mejor es dejarlas ir, lo más rápido que podamos, no solo físicamente, sino emocionalmente, sacarlas de nuestro pensamiento, de nuestro sentimiento, que dejen de ser parte importante de lo que ocupa nuestras energías. Lo que se hizo ya está, grabado queda en nuestra alma pero también en el alma de la otra persona.
Aquel que hace daño y no mide las consecuencias, tarde o temprano recoge lo que sembró, no existe la impunidad, nadie queda ileso cuando actúa en detrimento de una u otras personas. Pero ocurre, que este daño causado viene acompañado de una serie de cosas que se suman a nuestra vida y que en verdad no aportan nada positivo, tristezas, frustraciones, recuerdos, desconfianza, temores y un sin fin de sentimientos que no son parte de nosotros, simplemente se han activado con la experiencia sufrida.
Cuando permitimos que las personas que nos lastiman permanezcan, no solo físicamente sino emocionalmente, el daño causado no se aparta de nosotros, de allí la necesidad y sabía acción, de tomar distancia de todo aquello que un día nos lastimó, no por el hecho de ocultarnos y evitar que nos lastimen nuevamente, más bien por la acción de evitar que toda esa influencia negativa que acompaña a la persona que hace mal, nos salpique.
Si lo aconsejable es sacar de nuestra vida todo aquello que perturba nuestra paz, menester es olvidar a quien obró en nuestra contra, más aún si se vieron involucradas otras personas, pues cuando se obra mal, se suele arrastrar a mucha gente.
Fuente: Reflexiones
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