Quien no tiene vida propia, es especialista en meterse en la de los demás.
Hay quienes están más pendientes de lo que hace su vecino, que lo que ocurre en su núcleo familiar y no es de extrañar que por dedicar su tiempo evaluando, criticando y juzgando a otros, muchas cosas de su propia vida salgan de control sin ni siquiera percatarse.
Quienes tienen verdadero aprecio por su vida, valoran este tránsito, también valoran sus recursos, incluidos su tiempo y su energía, no le es grato invertir en algo que no les incumbe parte de su vida, procuran andar por la vida seleccionando de ella lo mejor, por eso se caracterizan por no acumular rencores en su corazón, no odiar, no buscar excusas para no ser felices y sobre todo por ver con benevolencia las acciones de los otros.
Evidentemente es positivo ayudar a quien lo necesite, apoyar, soportar, aportar, cualquier intervención positiva de nuestra parte a cualquier otra persona, mientras sea bien recibida, siempre podrá sumar. Lo que diferencia a una persona empática, compasiva y dispuesta a ayudar de otra que se mete en la vida de los demás para juzgar, criticar, limitar y apabullar, no es solo la intención matriz, es la manera de ver la vida de cada una, de lo que se nutre cada espíritu.
Una persona que se caracteriza por juzgar a los demás, está en una clara declaración de su arrogancia, de sentir que la razón está de su lado, que nadie tiene derecho a hacer las cosas de una manera diferente a lo que su patrón mental le indique y por lo general nunca logra conectar con el resto de manera sincera, porque sus energías siempre van dirigidas a encontrar la falla, el defecto o la caída en el otro, para sentirse cada vez más regocijado y continuar su ciclo de críticas y desvalorización.
Quienes encajan dentro de estos patrones distan de apreciar los encantos de la vida y de ver más allá de lo evidente ante los ojos, se pierden de conocer realmente a los que les rodean, limitando sus acciones a restar.
El amor por la propia vida genera una conducta que favorece no solo a quien lo siente, sino a quienes le rodean, pudiendo fácilmente ser luz que irradia a su alrededor, donde inclusive lo que puede verse negativo a su alrededor se ve iluminado.
Decide cómo alimentas tu vida, de qué te nutres, dedícale tiempo a lo que genere valor, haz de ti lo mejor que puedas y procura ver a los demás más allá de lo que crees son defectos. Cada persona es una lección de vida, sé tú la que se recuerde con cariño y rodéate de personas que si van a intervenir en tu vida, sea para procurarte el mayor bien, de lo contrario, no les des mayor alcance en tu vida.
Fuente: Reflexiones
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