Perder un hijo y cómo aprender a vivir de nuevo.
Si bien el dolor es indescriptible, poco a poco podrás seguir adelante.
Hablar sobre este tema, ponerlo en términos racionales, al ubicarlo y catalogarlo como el objeto de un proceso psicológico de duelo que se suscita por la ausencia permanente y definitiva de un hijo, es quitarle las connotaciones afectivas y espirituales que para los padres tiene un hecho de tal trascendencia, el cual cambia de manera radical la vida y la percepción de la realidad de quienes lo sufren.
Si tú sabes qué es en realidad perder un hijo, es porque lo has sufrido en carne propia. No obstante, quienes no han pasado por una experiencia existencial tan devastadora, pueden entender que este sufrimiento es algo tan personal e íntimo que solo la persona afectada puede aprender a resolverlo, procesarlo e integrarlo de manera positiva en su propia vida para seguir adelante por sí misma y por los demás.
Perder un hijo es morir como padres en ese universo de amor creado exclusivamente para ese ser, contexto en el cual se han establecido significados que se entienden como la esencia y sentido de una relación tan íntima como irrepetible. Cuando tu hijo muere, pierdes el mismo sentido de tu vida en el mundo de tu relación con él, de allí que la sensación de carencia insuperable y el sentimiento de impotencia sean un estado constante que vives en el duelo.
Déjate sentir el dolor, pero no te encierres en él porque creas un cuadro de depresión que se caracteriza por la incomunicación que atenta contra tu salud mental y aún física. Expresa tu dolor en palabras y gestos; vívelo sin ponerte plazos ni que te los impongan, pero no lo hagas tu forma de vida; mantén abiertos los canales de comunicación con los demás tan pronto como te sea posible, no rehuyas el tema de tu dolor, tus recuerdos; permite la compañía de quienes te aman y estiman y recuerda que ellos también sufren por verte sumida en el dolor.
Este sufrimiento es tan intenso que llega muchas veces a ser difícil de superar, es entonces cuando debes buscar los grupos de apoyo, no para renovar y revivir el dolor y volverlo un autocastigo, sino para poder entender cómo mantener la presencia de tu hijo en ti en su ausencia.
Si tienes más hijos acércalos sin volverte sobreprotectora, exprésales tu amor en la fuerza de seguir viviendo por y para ellos y para ti misma; el seguir adelante que al principio es tan difícil, se vuelve más llevadero cuando entiendes que el amor y la vida son eternos y van más allá de lo que tú misma puedes entender: la muerte es solo un proceso de transformación.
Dale sentido a la vida de tu hijo para que trascienda en tu propia existencia; aprende a sentir su permanencia en ti, en los demás, en todo lo que vives y amas.
{Información sacada de Vistamagazine}
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