CAMELIA
Esta planta procede de Asia oriental, por esta razón también se la conoce como "Rosa del Japón", aunque su nombre común más conocido es Camelia y su nombre científico es Camellia japonica.
La Camelia es una planta arbustiva de la familia de las teáceas.
El género Camelia esta formado por unas 200 especies; las más conocidas son la "Camellia sinensis", de cuya planta utilizan sus hojas para elaborar té y la "Camellia japonica" la más habitual de ver en los jardines.
Solamente unas 50 especies de Camelias desprenden algún tipo de fragancia.
La Camelia es un delicado arbusto que suele medir entre 50-80 cm, aunque hay plantas que llegan a alcanzar hasta los 15 metros de altura.
Este arbusto posee hojas perennes, coriáceas, gruesas, de color verde oscuro brillante, con el envés más pálido, terminadas en punta y de bordes enteros o ligeramente aserrados.
Esta planta nos ofrece delicadas flores, que generalmente son de gran tamaño, aunque su forma varia (sencilla, dobles, semidobles) dependiendo de la variedad de Camelia. Los colores de las flores también son variables, van desde el blanco al rojo , rosa amarillo, púrpura, salmón o incluso bicolor.
En cuanto a los cuidados, se recomienda que esta planta este situada en los lugares más frescos de la casa, ya que no soporta bien el calor de las calefacciones, por otra parte necesita un ambiente bastante húmedo para poder florecer sin problemas.
A pesar de que puede ser una planta de interior, es preferible que la pongamos en el exterior, ya que además es muy resistente al frío, aunque conviene proteger la tierra con paja o cortezas.
No es conveniente canviar de ubicación a nuestra Camelia, ya que sufre bastante con las variaciones (temperatura, riego, etc).
El lugar que ocupe la Camelia debe ser fresco, muy ventilado, con claridad, pero sin que el sol le de directamente a la planta. Si se dan todas estas condiciones la planta nos premiara con una óptima floración entre los meses de enero y abril.
Es recomendable que las Camelias sean plantadas en una tierra ácida, y porosa, para que el agua drene fácilmente. Si no dispone de tierra ácida, podemos conseguirla añadiendo tierra de brezo, castaño o turba rubia. También es conveniente que la tierra tenga un buen aporte de materia orgánica, como turba o compost. Todos los años tendremos que agregar humus encima de la base.
En cuanto a las necesidades de riego necesita mucha humedad, hay que regarla abundantemente, pero sin encharcarla. No se debe regar la planta con agua calcárea, por tanto es preferible regar con agua de lluvia.
Hay que procurar mantener la Camelia con humedad por esta razón hay que pulverizar la planta con agua, de este modo se aumentará la humedad de la planta, pero en invierno hay que procurar no pulverizar sobre las flores y en verano hay que hacerlo abundantemente sobre el follaje.
La Camelia debe ser abonada una vez por semana de junio a septiembre. La fertilización se debe interrumpir cuando se terminan de formar los botones florales.
Podemos reproducir la Camelia mediante esquejes durante los meses de enero y febrero.
Si se pretende transplantar la Camelia, debe hacerse después de la floración.
Si queremos obtener flores más grandes, tendremos que dejar un solo capullo por rama, arrancando los demás. De este modo tendremos flores más grandes, pero tendremos menos cantidad de flores (debe realizarse a mediados de noviembre).
La Camelia es una planta propensa al ataque de distintas plagas como cochinillas, pulgones, gusanos de las raíces, larvas de escarabajos, arañuelas o ácaros de las hojas, entre otros. También puede verse aceptada por diversos tipos de hongos. La caída prematura de los pimpollos puede ser producida por defectos en el abonado. Otro síntoma característico de estas plantas es la clorosis o amarilleo de las hojas, que se produce generalmente por la falta de hierro o algún otro elemento nutritivo del suelo.
Fuente: El secreto de las plantas
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