Atrévete: Borra De Tu Vida A Quien Borra Tu Sonrisa






Atrévete: borra de tu vida a quien borra tu sonrisa


Hazlo. Instala en tu mente esa papelera de reciclaje donde llevar en un solo “click”, todo aquello que ya no te vale, incluidas las personas que osan borrar tu sonrisa. Después de visualizar esta imagen, toma conciencia del alivio que algo así te puede ofrecer. Ahora, aúna amor propio y unas gotas de valentía para llevarlo a cabo.





Sabemos que no es fácil. A pesar de vivir en esta época donde muchas relaciones se terminan con ese botón de “eliminar de mis amigos” de nuestras redes sociales, en la vida real están vertebrados procesos mucho más profundos y delicados donde no siempre podemos actualizar nuestras relaciones como quien hace limpieza en su perfil.


“El mundo no está en peligro por las malas de las personas, sino por quienes permiten la maldad”
-Albert Einstein-

Lo más complicado de todo esto es que muchos de nosotros compartimos unos mismos escenario vitales con ciertas figuras que, sin llegar a ser nocivos (o lo que llamaríamos comúnmente como “malas personas”), nos acaban desgastando. Lo hacen porque su carga emocional asfixia y agota. Porque el virus del mal humor, el negativismo o el derrotismo nos acaban atrapando para borrar por completo nuestra “aura” positiva. Esa que nos cuesta tanto mantener.

No es fácil cortar con ciertos vínculos de un día para otro. Familia, compañeros de trabajo… Son figuras que se anclan en nuestro presente porque forman parte de una dinámica cotidiana. Sin embargo, sí que podemos detener el impacto de sus conductas y personalidad sobre nosotros.

Para ello, nada mejor que ejecutar un “borrado” suave. Lejos de eliminarlas se trataría más bien de difuminar parte de su fuerza sobre nuestra realidad.





Las “manzanas podridas” de nuestros contextos cercanos

Tony Schwartz es un conocido periodista y conferenciante que adquirió notable fama por escribir para Donald Trump uno de los libros de mayor éxito sobre el ideal del triunfo. “El arte de la negociación” fue lanzado al mercado como la supuesta biografía de un hombre de negocios exitoso que a día de hoy aspira a tener la presidencia de Estados Unidos.


De aquel libro hace ya más de 30 años, pero sin saberlo, sus páginas contribuyeron a crear un mito del que ahora, tres décadas después, se arrepiente. A día de hoy Schwartz dirige una empresa llamada “The Energy Project” que se encarga de asesorar a cualquier organización sobre cómo se pueden crear entornos laborales respetuosos, donde exista armonía para que el capital humano ofrezca lo mejor de sí.


Tal y como nos explica a través de sus trabajos, en la mayoría de entornos laborales existe lo que se conoce como “la manzana podrida”. Personas que con su actitud erosionan poco poco el dinamismo y la productividad de toda estructura. Escampan preocupaciones, apagan la motivaciones, afinan tensiones y siembran ansiedades entre los compañeros de un modo sutil pero persistente. “Borrar” a ese tipo de personas de nuestras realidades cercanas es a menudo algo vital.





Por su parte, el magnate de Estados Unidos, Donald Trump, llegó a afirmar con una solemne sonrisa, que solo una persona con sus capacidades de liderazgo y de negociación tenía derecho a tener la presidencia. Por su parte, Tony Schwartz, arrepentido por aquel libro, ha iniciado una campaña para recordar cómo se crean los escenarios más productivos y respetuosos.

Si tener a una “manzana podrida” como compañero de trabajo ya es frustrante y peligroso, tener a un líder con estas características puede ser letal.


No dejes que apaguen tu sonrisa

Los amigos están para alegrar la vida, para llenar de significados y de potentes anclajes emocionales nuestro día a día. Si lo que hacen ese ejercer el abuso, no son amigos. La familia está para ayudarnos a crecer, para permitirnos tomar contacto con la sociedad de forma segura sintiéndonos amados. Si lo que hacen es todo lo contrario, esa familia no es auténtica.


“No dejes nunca de sonreír, porque el día que no lo hagas, será un día perdido”
-Charles Chaplin-


Por su parte, los compañeros de trabajo, dirección y recursos humanos deben sacar lo mejor de nosotros para poder navegar en un fin único: triunfar como organización. Si esto tampoco se cumple, no es un buen trabajo.

La sonrisa nos la apagan en estos mismos escenarios tan cercanos de muy diversas formas y en diferentes momentos de nuestra vida. Porque ese gesto universal no es más que el reflejo de un bienestar interior donde armoniza la seguridad personal, la sensación de competencia y el saberse querido, respetado, valorado.





John. E. Steinbeck decía que la tristeza que se instala en alma puede matarnos más rápido que una bacteria. Perder la sonrisa es el primer síntoma. Un mal padre, un falso amigo, un mal jefe, un líder pésimo emborronan no solo nuestras alegrías y motivaciones, sino que cambian nuestra carga emocional.

Hemos de visualizar esta interacción como la de un virus. Como esas manzanas podridas de las que hablábamos con anterioridad, que al llegar, expanden su malestar infectándonos a todos con su mal genio, su estupidez, su falta de tacto. Hemos de asumir por tanto que el mundo está lleno de tipologías similares con mayor o menor carga dañina.

Debemos hacernos valer, es necesario entender además que quien te hace daño no te quiere, que quien te vulnera no te respeta. Poner límites y distancias es algo esencial. Sin embargo, aún lo es más encontrar el antídoto: rodearnos de personas que sí valen la pena. Pasar el mayor tiempo posible con esas figuras especiales que nos traen luz, inspiración, coraje y un amor auténtico que todo lo sana.


Porque ese, sí es el alivio a todos los males.





Fuente: Hoy Aprendí

No hay comentarios.:

Publicar un comentario