Dieffenbachia
El poder de las hojas
Llama la atención por la vistosidad de sus hojas, grandes y brillantes, en las que se alterna el color verde y el blanco.
Se utiliza como planta de interior para dar un importante toque decorativo a las estancias.
No requiere una atención demasiado exhaustiva, aunque hay que ser precavidos, ya que tiene propiedades tóxicas.
La dieffenbachia es una especie perenne que mide entre 60 y 120 cm. de altura.
Sus hojas son anchas, ovaladas y discretamente asimétricas, con llamativas manchas variegadas variables según la especie.
No suele tener muchas flores, pero, cuando se presentan, son de color verde, delgadas y poco llamativas. Su época de floración se extiende a lo largo de los meses de verano.
Para su correcto desarrollo, lo mejor es situarla en un lugar bien iluminado, pero sin la incidencia directa del sol, manteniéndola bpotente, como pueden ser los radiadores.
Durante el periodo vegetativo, de abril a octubre, la regaremos semanalmente, haciendo un aporte quincenal de fertilizante diluido.
En verano los riegos se harán más frecuentes, cuando el matillo superior se empiece a secar. Será positivo vaporizar el follaje con agua no caliza y limpiarlo con una esponja húmeda de vez en cuando.
La tierra en la que mejor se desarrolla necesita un pH ligeramente ácido, entre 5.0 y 6.0, mezcla suelta de turba con cortezas o tierra vegetal y arena de río. Debe ser, por tanto, un suelo fértil que drene bien.
Se multiplica fácilmente por esqueje apical o de punta. Para realizarlo se corta la parte superior de una planta cogiendo alguna hoja o con un tallo provisto de yema.
Arraiga de forma rápida en agua, turba o tierra ligera de semillero.
Necesitan calor de fondo de 24 ºC y una humedad de 22 ºC, protegiéndoles del sol directo.
Enraizarán en 4 ó 6 semanas; pasado este tiempo, las pasaremos a su maceta definitiva, donde podrán mantenerse hasta dos o tres años.
Posibles enfermedades
Uno de los problemas más frecuentes que puede darse es la clorosis, una anemia que se remedia suministrando a nuestra planta sulfato de hierro.
Nos daremos cuenta de que la padece si sus hojas se ponen amarillas y muestran una pérdida gradual de color.
La causa principal es el agua potable de las ciudades, excesivamente rica en cal, que bloquea la acción del hierro.
Para prevenirlo lo mejor es dejar reposar el agua algunas horas antes del riego.
Las hojas también pueden amarillear por exceso de agua en el sustrato, por sequedad en las viejas o por frío en las jóvenes.
La falta de luz puede hacer que las hojas nuevas no crezcan o que directamente no salgan. La solución es ubicarla en un lugar bien iluminado, sin que incidan los rayos de sol directamente, y suministrándole algún tipo de abono.
También es posible que nuestra dieffenbachia pierda hojas. Si son jóvenes, se deberá a que la temperatura a la que la tenemos expuesta es muy baja, con aire seco o corrientes de frío.
Si, por el contrario, son maduras, puede ser algo natural, ya que tienden a caer con el paso del tiempo.
Esta especie es una planta de interior muy frecuente de la que se suelen ignorar los peligros, ya que es venenosa. Todas sus partes son tóxicas, tanto para los humanos como para los animales.
Su savia es perjudicial para las mucosas, por lo que puede dañar los ojos. También puede provocar edemas o ulceración en labios y lengua, sobre la que tiene efectos paralizantes.
Debemos ser precavidos para que los niños no tengan acceso a ella. Si tenemos animales en casa también convendrá que los mantengamos alejados, ya que la ingesta de sus hojas puede producir la muerte de nuestra mascota.
Con esto no queremos decir que tener una dieffenbachia en casa esté reñido con la seguridad de sus habitantes, simplemente que hay que ser más cuidadoso en su manipulación.
Fuente: facilisimo/plantas
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